domingo, 20 de febrero de 2011

Martin Heidegger

Messkirch, Alemania, 1889-Todtnauhaberg, actual Alemania, 1976) Filósofo alemán. Discípulo de Husserl, su indiscutible preminencia dentro de la filosofía continental se ha visto marcada siempre por la polémica, sobre todo la de su adhesión al régimen nacionalsocialista, manifestada en el discurso que pronunció en la toma de posesión de la cátedra en la Universidad de Friburgo (1933). La renuncia a la cátedra, muy poco después de ocuparla, no evitó que en 1945 fuera destituido como docente en Friburgo, tras la ocupación de Alemania por los aliados. Sólo en el año 1952 se reincorporó, si bien su actividad académica fue ya mucho menos constante. Aunque recibió de algunos de sus discípulos, como Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara públicamente de su discurso de 1933, el filósofo desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones. Si bien para algunos es imposible abordar su obra sin reservas, la mayoría de filósofos y estudiosos actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente filosófico, que no resulta menos controvertido. Desde la filosofía analítica, su obra ha sido criticada con dureza, sobre todo por Carnap. Pero el pensamiento heideggeriano también ha suscitado adhesiones entusiastas: así, la filosofía francesa de las décadas de 1960 y 1970 (Derrida, Lévinas, Ricoeur) admiró la capacidad de precisión de su lenguaje, así como su aportación al discurso humanístico. La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos períodos distintos. El primero viene marcado por Ser y tiempo, obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte de las ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del presupuesto de que la tarea de la filosofía consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo por «ser» (aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido imposible), en general, aquello que instala y mantiene a los entes concretos en la existencia. En la comprensión heideggeriana, el hombre es el ente privilegiado al que interrogar por el ser, pues sólo a él «le va» su propio ser, es decir, mantiene una específica relación de reconocimiento con él. La forma específica de ser que corresponde al hombre es el «Ser-ahí» (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí» como «Ser-en-el-mundo». La distinción de la filosofía moderna, desde Descartes, entre un sujeto encerrado en sí mismo que se enfrenta a un mundo totalmente ajeno es inconsistente para Heidegger: el ser del hombre se define por su relación con el mundo, que es además práctica («ser a-la-mano») antes que teórica («ser ante-los-ojos»). Estas categorías le sirven para comprender por dónde pasa la diferencia entre una vida auténtica, que reconozca el carácter de «caída» que tiene la existencia, es decir, la imposibilidad de dominar su fundamento (el ser), y una vida inauténtica o enajenada, que olvide el ser en nombre de los entes concretos. La dimensión temporal del ser, en cuanto proyecto del «ser-ahí» y enfrentamiento a la muerte (el ser-ahí es también «ser-para-la-muerte»), sería el otro gran olvido de la filosofía clásica. El esfuerzo de Heidegger por pensar el ser como relación de los entes en el tiempo está en la base del posterior movimiento hermenéutico.
En la segunda etapa de su pensamiento, el filósofo estudia la historia de la 
metafisica como proceso de olvido del ser, desde Platón, y como caída inevitable en el nihilismo (cuando se piensa el ente tan sólo, éste termina por aparecer vacío). En sus últimas obras, realiza un acercamiento al arte como lugar privilegiado donde se hace presente el ser. Para Heidegger, se hace también necesario rehabilitar los saberes teórico-humanísticos, a fin de mostrar que lo que constituye a todo hombre en cuanto tal no es su capacidad material de alterar el entorno, sino la posibilidad que tiene de hacer el mundo habitable: el hombre debe comprender que no es «el señor del ente sino el pastor del ser» y que «el lenguaje es la casa del ser». Antes que la técnica, el lenguaje, y en general la conciencia (la capacidad de interrogarse del Dasein), son los dos elementos que constituyen al hombre en cuanto existente o, lo que es lo mismo, en cuanto hombre.
Obras:
La doctrina del juicio en el psicologismo (Die Lehre vom Urteil im Psychologismus. Ein kritisch-positiver Beitrag zur Logik, 1914)
El concepto de tiempo en la ciencia histórica (Der Zeitbegriff in der Geschichtswissenschaft, 1916)
Ser y tiempo (Sein und Zeit, I, 1927)
Kant y el problema de la metafísica (Kant und das Problem der Metaphysik, 1929)
¿Qué es la metafísica? (Was ist Metaphysik?, 1929)
Hölderlin y la esencia de la poesía (Hölderlin und das Wesen der Dichtung, 1937)
Carta sobre el Humanismo (Brief über den Humanismus, 1947)
Introducción a la metafísica (Überwindung der Metaphysik, 1956)
¿Qué es la filosofía? (Was ist das, die Philosophie?, 1956)
Identidad y diferencia (Identität und Differenz, 1957); Nietzsche (1961).



Epistemologia
En las obras de Heidegger está presente una relación vinculante de gran envergadura con el pensamiento epistemológico contemporáneo, en la medida en que Heidegger explicita e interroga: a) la cosmovisión filosófica sobre la cual se edifica la ciencia, dejando expresamente aclarado el proyecto ontológico constituido por un sistema de creencias, valores y técnicas; b) la convergencia metodológica presente en los procedimientos de la investigación científica. La misma está caracterizada por un proyecto matemático que axiomáticamente predetermina la realidad haciéndola objetivamente interrogable y determinable mediante procesos de racionalización (calculabilidad, pragmaticidad, razonabilidad); c) puntos álgidos del marco conceptual compartido por las ciencias, asociados al criterio de verdad - objetividad de los enunciados, en tanto condición de posibilidad interna del conocimiento científico. d) la finalidad de las ciencias, en relación con la Voluntad de dominación incondicionada que opera en la lógica de producción del conocimiento, por medio del cual se erige la ciencia como fuente de donación de sentido del mundo y del hombre mediante procesos de funcionalización, perfección, automatización, burocratización e información.


Antropologia
Husserl cuando exige que la unidad de la persona tenga una constitución esencialmente distinta de la que poseen las ciencias naturales. Lo que Scheler dice de la persona, lo formula de los actos en la forma siguiente: «Jamás un acto es un objeto; pues es inherente a la esencia del ser de los actos ser vividos solamente en la propia ejecución y dados en la reflexión». Los actos constituyen algo que no es psíquico. Inherente a la esencia de la persona es el existir sólo en la ejecución de los actos intencionales, por lo cual no es, pues, esencialmente objeto. Toda objetivación psíquica de los actos, por consiguiente, todo tomar éstos por algo psíquico, equivale a despersonalizarlos. La persona es algo que se da siempre como ejecutor de actos intencionales que están relacionados entre sí mediante la unidad de un sentido, y, por consiguiente, el ser psíquico nada tiene que ver con el ser-persona, pues los actos se ejecutan, mientras que la persona es ejecutora de actos


Ontologia
Mas, ¿cuál es el sentido ontológico de «ejecutar»? ¿Cómo se define de modo ontológico positivo la forma del ser de la persona? Sin embargo, no es posible reducir a esto sólo la cuestión crítica, sino que alcanza al ser del hombre en su totalidad, el cual se acostumbra a considerar como una unidad corpóreo-anímico espiritual. Cuerpo, alma, espíritu si bien pueden designar a su vez sectores fenoménicos susceptibles de aislarse en cuanto temas de determinadas investigaciones, y dentro de ciertos límites no hace al caso su vaguedad ontológica, en la cuestión del ser del hombre éste no puede ser obtenido mediante la suma de las formas del ser del cuerpo, el alma y el espíritu, que aún aguardan su definición. Y hasta para el caso de un ensayo ontológico que opere de tal modo, será menester dar por supuesta una idea del ser de la totalidad.


Etica
El filósofo alemán Martin Heidegger mantiene que no existe ningún Dios, aunque alguno puede surgir en el futuro. Los seres humanos, por lo tanto, se hallan solos en el universo y tienen que adoptar y asumir sus decisiones éticas en la conciencia constante de la muerte. El filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre razonó su agnosticismo pero también resaltó la heideggeriana conciencia de la muerte. Sartre mantuvo que los individuos tienen la responsabilidad ética de comprometerse en las actividades sociales y políticas de su tiempo. El supuesto conflicto sobre la existencia de un Dios omnipresente, no revestía ningún sentido de trascendencia para el individuo, pues en nada afectaba a su compromiso con la libertad personal

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