domingo, 20 de febrero de 2011

Simone de Beauvoir



El 8 de enero de 1908 nace Simone de Beauvoir en la ciudad de París. Sus padres eran Georges de Beauvoir y Françoise de Brasseur. Su padre trabajaba como abogado. Pertenecían a la clase burguesa, era una familia acomodada. También tuvo una hermana, Helène, menor que ella. La relación de su familia con la clase burguesa desapareció pronto porque George invirtió gran parte de su capital en negocios que terminaron arruinándole. Ésto provocó un giro radical en sus vidas. Se trasladaron a un pequeño piso de la calle Rennes en malísimas condiciones, ni siquiera tenía agua corriente. Su padre encontró un trabajo como vendedor de publicidad en un periódico. Pero toda esta situación lo sumió en una profunda depresión. Comenzó a beber y a visitar burdeles. La madre de Simone, en su papel de esposa comprensiva, intentaba llevar de la mejor manera posible la situación pero las continuas peleas eran inevitables. A pesar de todo Simone y su hermana recibieron una educación burguesa asentada en los fundamentos de la religión católica. Simone pronto se rebeló contra todo lo que le habían impuesto y decidió ir a estudiar la carrera de filosofía en la Sorbona. En esos años fue cuando conoce al hombre que más va a influir en su vida, Jean-Paul Sartre, también estudiante de filosofía. Fue en 1929 cuando comienzan una relación amorosa que se caracterizó por ser libre y moderna y a veces incluso escandalosa. Esta relación durará prácticamente toda su vida. Gracias a esto se unió al grupo de su compañero a la vez que daba clases de filosofía en distintas ciudades de Francia como París o Marsella. Pero la II Guerra Mundial influyó notablemente en su manera de ver la vida y en 1943, en plena invasión de la ciudad de parís por el ejército alemán, Simone decidió abandonar la docencia optando por dedicarse exclusivamente a escribir. En este momento comienza su nueva vida. Se unió a la Resistencia francesa y además escribió su primera novela “La invitada” en la que trata el tema de la libertad y la responsabilidad individual. También habla de este tema en sus siguientes escritos como son "La sangre de los otros" escrita en 1944 y "Los Mandarines" escrita en 1954.
Al terminar la guerra Simone comienza a trabajar en la revista Les Temps Modernes cuyo director era Sartre. Durante estos años realizó numerosos viajes recorriendo gran parte de Europa y también visitando países como Cuba, China o Estados Unidos. Toda su literatura se verá influenciada por los postulados del existencialismo que era la filosofía defendida por Sarte. Pero pronto comenzaría a escribir sobre las mujeres y en 1949 publicó “El segundo sexo”. Con este escrito nació el ensayo feminista más importante del siglo XX en el que la autora trata de analizar la condición de la mujer occidental desde un punto de vista histórico, filosófico y político. De esta obra se llegaron a vender 22.000 ejemplares en una semana. Éste hecho dio una gran notoriedad a Simone. Hay un hecho muy significativo y es que Simone fue una de las mujeres que firmo en el famoso Manifiesto de las 343, publicado por el periódico Le Monde en 1971. ( Fue conocido también como el de las 343 sinvergüenzas). En él un total de 343 mujeres declararon haber abortado alguna vez. Simone declaró que el primer paso como feminista fue firmar ese manifiesto ya que aún finalizado su libro “El Segundo Sexo” seguía manteniendo que no lo era.
Dos años antes de la publicación de “el segundo sexo”, en 1947, su relación amorosa con Sartre se rompió. Él mantenía una romance con la actriz Dolores Vanetti. Todo esto provocaba en ella estados de ansiedad. Pero ese mismo año tuvo que viajar a Estados Unidos para dar unas conferencias y allí conoció al escritor Nelson Algren. Con él comenzó una relación que duró hasta 1964. Aunque ella sabía que el amor que sentía por él nunca sería igual al que sentía por Sartre, por ello Algren le pidió en numerosas ocasiones que dejase completamente a Sartre pero Simone nunca accedió a hacerlo. En alguna ocasión llegó a decirle: "No podría ser la Simone que amas si pudiese abandonar mi vida con Sartre”. Ante esta situación Algren decidió poner fin a la relación.
Esta ruptura volvió a causarle una depresión a Simone, pero pronto recuperó las ganas de vivir al enamorarse del comunista Claude Lanzmann, a quien conoció porque trabajarba en la revista Les Temps Modernes. En este momento ella tenía 42 años y él era diecisiete años menor. A pesar de la diferencia de edad Simone fue con el primer hombre con el que se comprometió a vivir. Gracias a él no volvió a padecer crisis de ansiedad. Lanzmann sí comprendía la relación de Simone y Sartre.
En 1954 publicó "Los mandarines". Gracias a esta novela Simone fue galardonada con uno de los premios más prestigiosos de Francia, el Premio Goncourt.
Entre tanto, Sartre había roto su relación con Dolores Vanetti y su salud comenzaba a decaer. Esto le preocupaba bastante a la escritora. A los 48 años decidió escribir su biografía. La llamó “Memorias de una joven formal”. Fue publicada en el año 1958. Esta primera publicación forma parte de otras tres obras más llamadas “La fuerza de la edad”, publicada en 1960. Tres años más tarde se publicó “La fuerza de las cosas” y por último en 1972 “Final de cuentas”. Estos cuatro tomos sirvieron a muchas mujeres de la época, convirtiendo a Simone en una figura para todas sus lectoras. Ella era la mujer que había conseguido emanciparse, tomar las riendas de su propia vida.
En 1970 escribió un ensayo ,“La vejez”. En él Simone afirma que los ancianos se han convertido en un sector de la sociedad marginado, al igual que los inmigrantes o los pobres. Fue en este momento cuando la escritora decide dedicarse casi exclusivamente a cuidar de Sartre que inevitablemente muere el 15 de abril de 1980. Un año más tarde Simone publicó un libro para homenajearlo llamado “La ceremonia del adiós”. Finalmente Simone murió el 14 de abril de 1986 en la ciudad donde nació, París.
Podemos decir que al hablar de Simone de Beauvoir estamos hablando de una mujer memorable. Una de las figuras intelectuales francesa más importantes y comprometidas de mediados del siglo XX cuya aportación al feminismo ha sido muy significativa.

Obras

- La invitada (1943) 
- La sangre de los otros (1945) 
- Todos los hombres son mortales (1946) 
- Los mandarines (1954), Ganadora del Premio Goncourt 
- Las bellas imágenes (1966) 
- La mujer rota (1968) 
- Cuando predomina lo espiritual (1979) 
-Para qué la acción (1944) 
- Para una moral de la ambigüedad (1947) 
- El existencialismo y la sabiduría popular (1948) 
- El segundo sexo (1949) 
- El pensamiento político de la derecha (1955) 
- La larga marcha (Ensayo sobre China) (1957) 
- Norteamérica día a día (1948) 
- Memorias de una joven formal (1958) 
- La plenitud de la vida (1960) 
- La fuerza de las cosas (1963) 
- Una muerte muy dulce (1964) 
- La vejez (1970) 
- Final de cuentas (1972) 
- La ceremonia del adiós (1981) 
Teatro:
- Las bocas inútiles (1945)




Antropologia

El rol de la mujer (y del hombre) eran categorías históricas, aunque hacía tanto tiempo que venían siendo similares que esa jerarquización y opresión parecían una categoría natural. De ahí su hiperfamosa frase, "una no nace mujer, se hace". 

En su obra más antropológica, El segundo sexo, Simone nos relata la historia de lo que significó y significa ser mujer a través del tiempo y de diversas culturas. Nos plantea desde el comienzo como un otro dentro de nuestra propia sociedad, y nos insta a romper con lo que se espera de nosotras para poder convertirnos en verdaderos individuos

Ontologia
No hay una ontología de género sobre la que podamos elaborar una política, porque las ontologías de género siempre funcionan dentro de contextos políticos determinados como preceptos normativos: deciden qué se puede considerar sexo inteligible, usan y refuerzan las limitaciones reproductivas sobre la sexualidad, determinan los requisitos preceptivos mediante los cuales los cuerpos sexuados o con género llegan a la inteligibilidad cultural. Por tanto, la ontología no es un fundamento, sino un precepto normativo que funciona insidiosamente al introducirse en el discurso político como su base necesaria.
La deconstrucción de la identidad no es la deconstrucción de la política; más bien instaura como política los términos mismos con los que se estructura la identidad.
Las configuraciones culturales del sexo y el género podrían entonces multiplicarse o más bien su multiplicación actual podría estructurarse dentro de los discursos que determinan la vida cultural inteigible, derrocando el propio binarismo del sexo y revelando su antinaturalidad fundamental. ¿Qué otras estrategias locales que comprometan lo “no natural” podrían conducir a la desnaturalización del género como tal?

Epistemologia
El análisis y la epistemología feminista ha vendo a colocar en la agenda de la educación popular esta forma de opresión de genero que ha llevado a ver y construir una mentalidad dicotómica, dividiendo le mundo en mitades opuestas que no son precisamente de clase aunque las atraviese también.

Las mujeres, desde los análisis las feministas, comenzaron entonces a cuestionar esos patrones de discriminación, subordinación y exclusión mediante proceso de concientización que partían de los sentidos malestares que no necesariamente encontraban explicación en lo conciente.

Otra forma que han usado las mujeres para llegar a lo no conciente y lo invisibilizado ha sido la resonancia, es decir la forma en que "las igualmente" discriminadas por ser mujeres, se ven en el espejo de la otra, para reconocer que lo que les pasa no es tan particular a cada una, sino que se refiere a la condición de mujer.

Además, empiezan a darle nombre. "Nombrar" el mundo desde su experiencia, empieza a cobrar forma de categorías de análisis del genero femenino y reta un ejercicio de poder fundamental que en el patriarcado es patrimonio exclusivo de los hombres. Esto hace que sean ellos los que definen que se visibiliza y valora y que queda fuera del foco del valor y la visibilidad, precisamente las experiencias y aportes de las mujeres.

Etica
En su ensayo Para una moral de la ambigüedad (1947) rechaza las teorías éticas que buscan la consolación del hombre, ya sean laicas o religiosas. Después de la Segunda Guerra Mundial debemos considerar la historia humana como un fracaso. Ya no se pueden plantear imperativos éticos puesto que no pueden vincular a toda la humanidad; ahora la moral debe ser individualista, otorgando al individuo el poder absoluto para fundamentar su propia existencia desde su libertad de elección.
El hombre es libre porque es un ser-para-sí, tiene conciencia, no es un ser petrificado en sí mismo, sino trascendencia y proyecto. Ser libre es hacer coincidir la conciencia y la libertad, pues la «conciencia de ser» es «conciencia de ser libre». La libertad obliga al ser humano a realizarse y a hacerse. Cada persona se desarrolla estableciendo sus propios fines desde su libertad sin necesidad de apoyarlos en significaciones o validaciones externas. La finalidad de los actos no es algo aislado y estático del ser que los elige. Es más, las metas de nuestras acciones son establecidas como fines a través de nuestra propia libertad.
Debemos asumir la absoluta libertad de elección con la responsabilidad que conlleva; nuestros proyectos deben surgir de la espontaneidad individual y no de cualquier tipo de autoridad externa, ya sea individual o institucional. Esto le conduce a rechazar el concepto del Absoluto hegeliano, el concepto cristiano de Dios o entidades abstractas como Humanidad o Ciencia que suponen la renuncia individual de la libertad. De aquí se concluye que no existen absolutos a los que deban ajustarse nuestras acciones, por lo que debemos llevar a cabo todos nuestros proyectos asumiendo el riesgo y la incertidumbre que conllevan. Por otro lado, nuestras acciones deben tener en cuenta a los otros. Beauvoir postula la necesidad de mirar al otro como eje de mi libertad, porque sin los otros yo no podría ser libre.




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